lunes, 24 de octubre de 2011

CON SIGNOS DE INTERROGACIÓN

Angustiada,
desolada,
asustada,
desbocada.
No necesito de nadie
y no necesito de nada.

Desesperada,
encaprichada,
enamorada,
ilusionada.
¿No necesito de nadie
ni necesito de nada?

DE VUELTA A LOS MADRILES LOCOS



¡¡Hola a todos!!

Llevo como un mes sin escribir y eso es imperdonable, pero cuando empiezan a acumularse historias, llega un punto que da demasiada pereza. Piensas: "tengo que escribir 8 entradas..." y ante esa perspectiva, optas por no escribir nada y punto.
Luego pasa lo que pasa: tienes un montón de cosas que contar, pero no te quieres eternizar enfrente de la pantalla cual Carrie Bradshow en 6 temporadas de Sexo en Nueva York, así que lo cuentas todo por encima, y nada tiene gracia ni sentido.
Pero sí, queridos lectores, ésta es una de esas entradas que no tienen ni gracia ni sentido porque se me han acumulado un mes de locas historias madrileñas y estoy ahora pensando que cómo demonios resumo mi primer mes en los madriles.
Porque como sabéis, mi estancia en la Costa Azul terminó (ooooooh!!!) y me volví a Madrid a seguir estudiando.

Cosas que echaba de menos de Madrid:

- Obviamente, la fiesta. Cada noche madrileña es una aventura. Aunque echo de menos ese antro de Cleopatra al que siempre iba en Francia, en Madrid la oferta de bares y discotecas es infinita (aunque acaben de cerrar mi bar favorito...fdñadijfañidjfdisñ). Y además hay gente nueva por todos sitios, cosa que también resulta divertida.

- Las amigas. Caroline y Joanna son geniales, LAS QUIERO CON LOCURA peeeeero admitámoslo, hay coñas que solo puedes hacer con españoles, y las tajadas que se pillan mis amigas madrileñas están completamente a otro nivel que las de J&C.

- La ciudad...Madrid es una ciudad preciosa y divertidísima. Y después de vivir 11 meses en un pueblo, aprecio mucho más las muchedumbres, las luces y altavoces del Corte Inglés, los empujones en el metro, los insultos al volante, las pizzas y hamburguesas a horas imprevistas de la noche, los taxistas psicológicamente inestables, las colas para entrar en los garitos, los desayunos en el VIPS, el típico viejo de la barra español...en fin, todas esas cosas que, para bien o para mal, forman parte de una ciudad como Madrid.

Llamada de Davinia,
sábado por la mañana:
"¿¿qué hace un contáiner en mi salón??"
Y este mes, hemos vivido momentos demasiado graciosos: nuevos juegos borrachiles, bailes sobre la barra de un bar (al parecer hay vídeos en manos de extraños inmortalizando ese momento), fiestas, compras clandestinas (intentar comprarle un regalo de cumpleaños a una amiga delante de sus narices, escondiéndose entre percheros sin que ella se de cuenta...es todo un reto!!!), cenitas, cubos de basura que aparecen misteriosamente por la mañana en casa de Davinia, amigas que se enfadan porque su elemento es el agua y no el fuego, McPedos en el McDonald's, canciones de Lady Gaga con la guitarra delante de un grupo de desconocidos, baños en fuentes, amigas en bragas por la calle...todo eso y mucho más, son las cosas que han ido pasando este mes.


Pero creo que mi día favorito fue el día en que nos fuimos de excursión:

Para los que no conozcáis Madrid, una de las innumerables ventajas que tiene vivir en esta ciudad, es que tienes las montañas cerca, y varios ríos y pozas naturales en las que te puedes bañar (a falta de playa...). Así que, María, Marta y yo, decidimos en una mañana calurosa de septiembre, ir a darnos chapuzones en plena naturaleza.
Hay algo que tenéis que saber: no somos chicas muy de campo. Pero creo que la de menos de campo de todas es María. Apareció por la mañana DISFRAZADA de boy scout: con zapatillas de las que nos poníamos para hacer excursiones con el cole, mochila, pantalones cortitos, etc. Vamos, que solo le faltaba la típica gorra con ventilador y cantimplora para terminar de parecer una pringada. Nos montamos Marta y yo en el coche de risas, vacilándola por las pintas que llevaba. Y luego la muy parda, con esas pintas, se equivoca en la gasolinera y pone 15 CÉNTIMOS DE GASOLINA!!!!! 15 CÉNTIMOS!!!!! Parecía nuestra hermana retrasada.
El GPS nos incitaba a
abandonar la carretara
Finalmente, nos pusimos en marcha, y no nos costó demasiado encontrar el sitio, a pesar de que mi GPS es un poco cutre, y de vez en cuando te señalaba el camino de abandonar la carretera e ir campo a través por en medio de los trigales, cosa que nos pareció peligrosa y decidimos no hacer.
Otra de las cosas que me hizo pensar que somos demasiaaaaado chicas de ciudad, de una manera que incluso llega a ser bochornosa, es el hecho de que utilizábamos el zoom de la cámara a modo de prismáticos para ver las cosas de cerca. También el comentario de María al pasar por delante de un pueblo "esto parece Madrid, tienen farolas". "María, guapa, es que aunque no te lo creas, fuera de Madrid también hay electricidad".

Agarradas al bordillo como si no
hubiése mañana, cuando todavía
no habíamos descubierto que
hacíamos pie
Por fin llegamos a la poza en cuestión y nos tumbamos cual jamones al sol. Estuvimos bañándonos y teniendo muchas risas. Tantas, que a veces nos ahogábamos en el agua de tanto reír, y María la muy perra se apoyaba en nosotras para no hundirse, haciéndonos aguadillas. Hasta que después de media hora...descubrimos que hacíamos pie. El asunto es que ninguna se había dado cuenta porque no queríamos tocar el fondo, nos daba asco que hubiese musgo o sustancia viscosa. Así que cuando nos dimos cuenta de que hacíamos pie nos quedamos flipándolo bastante.

Tras varios chapuzones, decidimos darnos una vuelta por el campo. Dejamos las cosas en el coche, y empezamos a caminar. Llevábamos una hora hablando despreocupadamente de nuestras cosas, cuando de repente nos damos cuenta de que estamos rodeadas de toros y vacas. Nos empezamos a acojonar, porque los toros nos dan miedo, y decidimos volver sobre nuestros pasos muy sigilosamente. Marta nos obligó a no correr, diciendo que si no, los toros nos atacarían, así que íbamos súper despacito con el corazón a mil por hora, hablando a susurros y vigilando con la mirada a los toros que había por todas partes. Para mí, que todo ese asunto de no moverse para que no te ataquen, Marta lo sacó de Jurassic Park, pero bueno...
Hubo un momento que fue horrible, porque uno de los toros se había puesto en mitad del camino, así que las tres nos escondimos detrás de unos arbustos esperando a que el toro se fuera. La imagen era de película: las tres ahí escondidas, solo nos faltaba ponernos unas hojas en la cabeza tipo camuflaje en la guerra.
Finalmente el toro se apartó del camino, pero otro toro avanzaba hacia nosotras por un camino lateral. Marta no paraba de decir histéricamente: "¡no corráis, sobre todo no corráis!". "Pero Marta-le digo yo-...la puerta por la que no puede pasar el ganado está ahí, solo a unos pocos metros...crees que...?".
La puerta salvadora
"¡¡¡¡¡ENTONCES CORRE POR TU VIDA!!!!!!" Y las tres nos pusimos a correr como locas tras la autorización de Marta, cerrando la puerta tras nosotras y mirando al peligro que habíamos dejado atrás. A todo esto, el peligro eran un toro y una vaca que en realidad no podían ir más a su bola, estaban tan tranquilos pastando. Pero ya os he dicho que somos chicas de ciudad.

Total, que fueron unas risas, parecíamos París Hilton o algo así.
Finalmente, cogimos el coche, y volvimos a Madrid, a ponernos guapas y a irnos a nuestro bar a tomar copas y a salir de fiesta, que es lo que sabemos hacer mejor.




Creí que era una aventura y en realidad era la vida. Joseph Conrad