viernes, 19 de agosto de 2011

TRÁEME EL DESAYUNO

Tráeme el desayuno,
te cubriré de besos,
te gustará seguro.
Enredaré mis piernas a tu cuerpo,
te diré mil cosas en silencio.
Nos darán igual los despertadores,
desaparecerán pijamas y camisones.
Haremos tortitas, galletas, o nada
haremos locuras bajo las sábanas.
Dejaré que tu cabeza repose en mi almohada,
te diré tonterías mientras deshacemos la cama.
Cantaré a tu oído una melodía solo nuestra
me haré la dormida, o me haré la despierta.

Tráeme el desayuno
todos los días o siempre,
pero sin reproches ni cianuro
como lo hacen otra gente.

PETIT ÚLTIMO RECORRIDO POR TIERRAS GALAS

¡Hola  a todos! Llevo mucho tiempo sin escribir y eso es imperdonable, pero en mi defensa diré que estaba esperando a tener las fotos de mi viaje a Washington D.C y a Nueva York para hablaros un poco de mis andanzas estadounidenses. Sin embargo, como todavía no tengo las fotos, dejaré este relato para más adelante y os contaré cómo fue mi vuelta a Juan les Pins.
Apenas tuve tiempo de disfrutar de Madrid, pero por lo menos hice una paradita en Marsella antes de volver a mi hogar gabacho. Bea, por supuesto, sigue tan loca como siempre: me emborrachó de mala manera con una cerveza envenenada que se llama Maximator y que te taja más que 5 copazos de alcohol del duro (rumores corren de que hay una tienda en Madrid donde la venden…otra sustancia interesante para experimentar con las amigas, que todavía me echan en cara el experimento del Limoncello…no saben éstas lo que les espera con mi nueva sustancia prohibida…). El asunto es que Bea me emborrachó con Maximator en una playa lejana con vistas a que perdiera el tren, cosa que evidentemente sucedió y que me obligó a prolongar mi estancia en Marsella. Para que veáis las cosas que se aprenden cuando viajas, Bea me enseñó un truco para comer gratis en el McDonalds que os revelo en exclusiva en este blog: les pides el ticket a alguien que ya haya comido, coges un boli y redondeas la hamburguesa y luego vas al mostrador y lo entregas con cara de inocencia. El empleado/a de turno pensará que no tenían esa hamburguesa en el momento del pedido y que te dijeron que volvieras más tarde. Simple, maquiavélico y perfecto. En el primer sitio en el que utilizamos el truco, funcionó. En el segundo, sin embargo, nos vimos obligadas a utilizar la salida de emergencia para escapar de las preguntas inquisidoras del responsable. Así que este método tiene un 50% de eficacia según mi experiencia personal.
Por la noche, salimos de conciertos. Conseguimos colarnos en el primero, pero en el segundo el puerta no nos dejaba pasar sin pagar, así que tuvimos que recurrir a toda serie de maniobras sucias para intentar colarnos, para asombro y diversión del puerta. La mejor fue cuando después de ocho horas rogándole que nos dejara pasar sin pagar, Bea le robó el sello, se lo estampó en la mano y luego se lo enseñó al puerta reclamando sus derechos, diciendo que en realidad ella había pagado jajajajaja. El puerta no nos dejó pasar, evidentemente, así que nos quedamos ahí con él bailando y escuchando la música (el hombre estaba encantado, dicho sea de paso, de que dos españolitas vinieran a alegrarle una aburrida noche de trabajo).
En fin, Bea y yo vivimos nuestras últimas aventuras francesas juntas, y finalmente yo cogí el tren para volver a Juan les Pins, un poco triste cuando me di cuenta de que ésa era la última vez que hacía el trayecto.
Y es que ésta es la última etapa de mi vie à`la française, queridos lectores. En septiembre volveré a Madrid y se acabó lo que se daba. Esta última etapa de mi vida aquí está siendo muy diferente a las otras: para empezar, la canadiense ya no está. En su lugar está Riol o como se llame, un francés que es muy majo pero al que casi no veo. De hecho la primera semana que estuve aquí, Joanna no estaba y estuvimos Riol y yo viviendo solos, pero nunca le vi. Fue muy raro vivir DURANTE UNA SEMANA ENTERA con un desconocido y saber que vivía ahí pero que nunca le veías. En plan que los objetos se movían, cambiaban de sitio, etc y sabías que no estabas sola, pero nunca llegué a verle porque no coincidíamos nunca en casa (él hacía vida de día…y yo hacía vida de noche). Y aunque el chico es guapetón y finalmente salió de su cueva y pude conocerle, no es lo mismo que la canadiense.
Mi pequeña canadiense se ha convertido
en una experta en España tras todas las
costumbres que le he explicado: llegar tarde,
beber mucho, hacer planes a última hora,
decir "¿po' qué?" con la voz de Mourinho,
cantar el "sarandonga", etc.
Caroline, junto con Joanna, ha sido mi mejor amiga aquí. Nos hemos reído mucho, hemos pasado muy buenos momentos juntas y hemos pasado tardes inolvidables cotorreando sobre todos nuestros amigos y destripando a nuestros enemigos. Ha sido una amiga leal, un poco morruda, pero es parte de su encanto y hemos tenido grandes conversaciones de media noche analizando nuestras vidas o teniendo conversaciones profundas sobre el amor y otros temas (ja ja), pero sobre todo sobre el amor.
Otra cosa que ha marcado mucha diferencia en esta nueva etapa es el cambio de trabajo. Ahora estoy en una escuela de francés como animadora y hago un poco de todo: hago actividades con los niños como vela, de guía turística por Cannes, Mónaco, etc, hago deporte con ellos y vigilo que no beban alcohol por las noches (entre mis funciones está vaciarles las botellas de alcohol tirándolas por tierra, pero gracias a Dios todavía no me he visto en la obligación de cometer semejante crimen...no sé si podría llegado el momento, debería haber una regulación en la escuela del tipo "objeción de conciencia", como los médicos).
El trabajo es divertido, los otros animadores son geniales, los niños estupendos pero la verdad es que es un trabajo bastante absorbente que no te deja mucho tiempo libre para hacer tu vida fuera, aunque por otro lado me está gustando mucho la experiencia y estoy conociendo a franceses muy simpáticos (ya era hora…porque la mayoría de los que había conocido hasta ahora eran un coñazo.
Y es que desde que estoy aquí he conocido a franceses majos, muy buena gente, etc pero lo que se dice fiesteros, abiertos y divertidos, no había conocido a muchos hasta ahora (se podían contar con los dedos de una mano), así que me alegro de que por lo menos durante mi último mes en Francia haya conocido a gente divertida, fiestera y estupenda que me haya hecho cambiar mi opinión sobre los francesines).
SIN EMBARGO, ¿¿sabéis una cosa que no me gusta nada de los franceses?? Lo pesados que son para ligar. En vez de conquistarte con la personalidad, hacer bromas, mostrarse ingeniosos o dejarte ir descubriendo su personalidad mostrando sus puntos fuertes (cosa que obviamente todos hacemos al principio, intentando esconder los defectillos), te dan la plasta hasta que les das tu número de teléfono o aceptas ir a cenar con ellos. Pero vamos a ver, esta gente lo quiere hacer todo al revés: pretenden que te vayas a cenar con ellos para luego durante la cena mostrarte su personalidad y sus encantos. Pero digo yo: muéstramelos antes o no querré ir contigo a cenar porque pensaré que me voy a aburrir como una ostra.
¿No os parce más lógico?
En fin, reflexiones de una española en gabacholandia.
Besos a todos!!!! :)